En julio, Guillaume llega a París para cuidar de un gran apartamente hasta el final del verano. Lucie, la propietaria del piso, le da la bienvenida y, de repente, desaparece. Una tetera silba en la cocina, un armario cruje, un repartidor aparece con platos cuando nadie lo ha ordenado... La casa comienza poco a poco a cobrar vida.